Hace poco que he retomado el placer de dibujar caballos, tomando apuntes del natural sentada junto a la pista donde veo cómo evolucionan al trote o al galope, siguiendo las indicaciones de las jóvenes amazonas con las que coincido.
Después de mirar un largo rato, observar los movimientos, los cambios de mano, los giros y los saltos, el paso lento al salir o entrar de las cuadras, saco el estuche de las pinturas y elijo: tinta y pincel, acuarelas o lápices según el día. O según el momento: puedo alternar el pincel con los lápices o mezclar la tinta con las acuarelas.
A veces chispea y antes de que empiece a llover, es mejor guardar el cuaderno y terminar la jornada dentro, acariciando, cepillando o dando zanahorias al modelo del día: justo premio a su trabajo!
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