El viaje breve se transforma en acontecimiento fundamental para cambiar la mirada. La luz como compañera de viaje, necesita de un encuentro pausado a través del cual los colores y líneas del nuevo paisaje se conviertan en pinceladas sobre un papel. De esta manera, paisajes, luces, lluvia, niebla, se introducen a través de la mirada, de la piel, del olor de los olivares, de la tierra húmeda o de las plantas que brotan, aflorando en los colores de los apuntes en el cuaderno.
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