Este año se han cumplido cien años del espectacular incendio que arrasó gran parte del Palacio de La Granja de San Ildefonso. Iniciado en las dependencias donde se hallaba la Real Botica, se extendió con gran rapidez debido al temporal de viento y nieve que favoreció la expansión del fuego por las estructuras de madera.
Las llamas que iluminaron durante varios días de enero el cielo de La Granja, devastaron techumbres, muros, torres, pinturas y mobiliario, parte del cual se pudo salvar gracias a la colaboración de quienes acudieron a socorrer lo que podían salvar de las llamas.
Las tuberías de agua heladas por las temperaturas de hasta 14 grados bajo cero y las carreteras cortadas por la nieve, impidieron que se pudiera atajar el incendio durante días. Finalmente, las torres desmochadas de la Colegiata y el humo que salía de las techumbres derrumbadas del Palacio, dieron cuenta de la cantidad de edificios y estancias perdidos.
Afortunadamente, en los años posteriores, la restauración del Palacio, de la Colegiata y de la decoración de las reales estancias, permiten que hoy disfrutemos de sus perfiles, su presencia y su recorrido por las salas y salones que recrean la vida de la corte en los años de mayor esplendor.
El viento hacía que las llamas se pasaran con rapidez de un tejado a otro, haciendo necesaria la presencia de retenes en las calles de la población para atajar los pequeños incendios que provocaban las caídas de maderas prendidas volando desde el edificio Real.
Las pinturas que ilustran el acontecimiento están realizadas con lápices acuarelables y acuarelas sobre papel. Gracias a las imágenes fotográficas que se realizaron en los primeros días del incendio realizadas por Unturbe y Marín, he podido recrear el impacto que las llamas provocaron en las gentes que fueron testigos de cómo el fuego iba devastando sin remedio el Palacio.
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