domingo, 30 de noviembre de 2014

Clitia y el heliotropo




   Cuentan los clásicos que la bella Clitia fue castigada por el dios Helios a través de un rayo, convirtiéndola en la planta del heliotropo, condenada eternamente a seguir la trayectoria del sol en el cielo.

   En el Museo del Prado se encuentra la escultura que perteneció a la reina Cristina de Suecia y que luego formó parte de la colección de Isabel de Farnesio. Representa a la bella ninfa protegiéndose del rayo mientras sus dedos se van convirtiendo en raíces.  El torso de mármol del siglo II a.C. fue encontrado en Roma y se le encargó la tarea de reconstruir la figura femenina al escultor Giulio Cartari, discípulo de Bernini, en el siglo XVII. En el palacio Riario de la reina Cristina, el brazo de Clitia se alzaba hacia el sol, pintado en el techo de la sala donde se encontraba.
 Cuando la escultura fue enviada al palacio de la Granja en 1724, recorrió junto a varios bustos, esculturas, columnas y pedestales la distancia entre Roma y San Ildefonso sin sufrir daños. En 1829 la colección se traslada al Museo del Prado en Madrid, pero antes se realizan los vaciados en yeso de las obras originales, conservándose en el palacio de la Granja la imagen de Clitia con los añadidos que se incorporaron para reflejar la imagen original de la obra de Cartari.



          


Los apuntes en el cuaderno, mientras Mercedes Simal nos hablaba de Cristina, Isabel, Clitia y Olimpia, 

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